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12
feb
2016

Compendium ad inquisitio - VI

Por Gustavo Cano Rguez.

[ ¿Quién diablos iba a creer a ese pobre rufián? Herwig no era más que un patán, que no hacia otra cosa que no fuese empapar sus penosos días en alcohol, del más barato y peor en las tabernas más pútridas y malolientes de Ritterotenholz o de otros asentamientos próximos al Bosque Silencioso. La última vez que apareció aparentemente sobrio, nos relató una extravagante historia sobre un suceso del que decía ser testigo en lo profundo del Bosque.

Juraba y perjuraba haberse topado con unas criaturas espeluznantes de las que no acertaba a describir. Por momentos parecían mitad hombre, mitad bestia y al instante los mismísimos árboles que cobraban vida. Sin duda, la historia más ridícula que uno pudiera imaginar.

A pesar de nuestras risas y burlas, él insistía tenaz en que aquellos seres surgieron de la nada, de lo más profundo y recóndito del bosque, que lo persiguieron hasta un extenso claro, donde por suerte se mantuvieron acechantes en las sombras, escondidos al abrigo de la oscuridad.

Su alocada descripción mezclaba figuras de aspecto semi-humano con espinosas ramas, afilados colmillos o garras, cubiertos de pelo y vegetación.

Como era de esperar, aquella entretenida patraña de borracho consiguió divertirnos durante un buen tiempo aquel día, aunque, por supuesto nadie lo creyó en absoluto. ¿Quién podría creer a aquel estúpido borracho? Quien iba decirnos en aquel momento, que el sucio patán aparecería muerto a los pocos días en las proximidades del bosque. Casi no podía reconocerse, destrozado, enredado entre la maleza, con la carne violentamente desgarrada.

El resto de vecinos conocedores de la curiosa historia de Herwig podrán pensar lo que quieran. Yo soy demasiado sensato como para perder el tiempo con antiguas supersticiones y sus absurdas criaturas de fábula.

Seguramente fuese alguien cansado de las memeces del borracho, que decidió darle su merecido. De todas formas sigo sin comprender aquella violencia tan excesiva… ]


Relato sobre la muerte de Herwig el patán.
Dictamen: incierto, más información requerida.
Fr. Victor Ursinus, Inquisitor.

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Compendium ad inquisitio - VI

Por Gustavo Cano Rguez.

[ ¿Quién diablos iba a creer a ese pobre rufián? Herwig no era más que un patán, que no hacia otra cosa que no fuese empapar sus penosos días en alcohol, del más barato y peor en las tabernas más pútridas y malolientes de Ritterotenholz o de otros asentamientos próximos al Bosque Silencioso. La última vez que apareció aparentemente sobrio, nos relató una extravagante historia sobre un suceso del que decía ser testigo en lo profundo del Bosque.

Juraba y perjuraba haberse topado con unas criaturas espeluznantes de las que no acertaba a describir. Por momentos parecían mitad hombre, mitad bestia y al instante los mismísimos árboles que cobraban vida. Sin duda, la historia más ridícula que uno pudiera imaginar.

A pesar de nuestras risas y burlas, él insistía tenaz en que aquellos seres surgieron de la nada, de lo más profundo y recóndito del bosque, que lo persiguieron hasta un extenso claro, donde por suerte se mantuvieron acechantes en las sombras, escondidos al abrigo de la oscuridad.

Su alocada descripción mezclaba figuras de aspecto semi-humano con espinosas ramas, afilados colmillos o garras, cubiertos de pelo y vegetación.

Como era de esperar, aquella entretenida patraña de borracho consiguió divertirnos durante un buen tiempo aquel día, aunque, por supuesto nadie lo creyó en absoluto. ¿Quién podría creer a aquel estúpido borracho? Quien iba decirnos en aquel momento, que el sucio patán aparecería muerto a los pocos días en las proximidades del bosque. Casi no podía reconocerse, destrozado, enredado entre la maleza, con la carne violentamente desgarrada.

El resto de vecinos conocedores de la curiosa historia de Herwig podrán pensar lo que quieran. Yo soy demasiado sensato como para perder el tiempo con antiguas supersticiones y sus absurdas criaturas de fábula.

Seguramente fuese alguien cansado de las memeces del borracho, que decidió darle su merecido. De todas formas sigo sin comprender aquella violencia tan excesiva… ]


Relato sobre la muerte de Herwig el patán.
Dictamen: incierto, más información requerida.
Fr. Victor Ursinus, Inquisitor.

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