[ el hermano Exorcista no podría estar equivocado. Mi alma pasó por los más rigurosos exámenes, y mi cuerpo paso la prueba de la penitencia y la contrición. Fui purificado y eximido de falta alguna a ojos de nuestra amada Iglesia.
Si bien, ahora estoy seguro que todo aquello fue un terrible sueño o un delirio febril de algún tipo, hace un tiempo, mi mente confusa creía ciegamente en la veracidad del estos acontecimientos.
Que Dios no juzgue mis pecados con severidad, pues por mucho tiempo me vi incapaz de discernir entre realidad y engaño.
Hasta donde puedo recordar, el sueño empezaba con la cacería de hombres. Me hallaba en compañía de un puñado los mejores y más leales hombres de la casa de mi noble padre. Cabalgamos por un bosque de inmensos y sombríos árboles, en la rápida galopada entrando y saliendo continuamente entre luces y sombras no nos dimos cuenta de que nuestro grupo poco a poco se iba mermando. Cuando fuimos conscientes, la emboscada estaba consumada, varios hombres más fueron devorados por las sombras entre gritos de agonía. Sin saber cómo, me encontraba huyendo con lo que quedaba del grupo, y el poco valor que pudiéramos haber reunido se esfumo cuando comenzamos a ver a aquellos demonios. Saltaron sobre nosotros unas criaturas brutales que destrozaron de un plumazo los restos de mi comitiva, dejándome atrapado debajo de mi montura. El fin era inminente, una espesa niebla empezó a cegar mis sentidos y fue entonces cuando oí la voz de un ángel.
Mis recuerdos en este punto están aún más confusos, recuerdo que pensé que había sido llevado al cielo aun a pesar de todos mis pecados. Un paraíso encerrado en la majestuosidad del corazón del inmenso árbol, inundado de una niebla blanca de brillo cegador, con multitud de tenues lucecitas tintineando por doquier. No alcanzaba a ver nada ni a nadie, sin embargo sentía una presencia, era aquel ángel que escuche en el bosque, tenía el rostro fino e inexpresivo donde resaltaban los profundos e hipnóticos ojos enmarcados con una mata de espeso cabello. Me dijo que lamentaba lo que nos había ocurrido, que no tuviera miedo, y otras cosas que ni siquiera puede comprender.
Hasta aquí llega el misterioso sueño, pues cuando pude recuperarme, me encontraba con gran parte de mi escolta. Estábamos muy magullados y terriblemente desorientados. Nadie salvo yo parecía recordar lo vivido; ni la emboscada, ni la lucha, ni la huida, nada. Ninguno de aquellos hombres encontró una explicación para despertarnos en aquel lugar, ni el porqué de la ausencia de dos o tres de nuestros compañeros.
Y ese es mi inaudito sueño, contado tal cual fue recordado. Por este sueño, fui tomado por loco, juzgado por la plebe y vigilado por la Iglesia. Al menos, ahora soy un hombre más devoto… ]
Relato sobre el sueño de Stephan von Reingen.
Dictamen: valorado previamente por un hermano Exorcista. Purificado por la penitencia.
Fr. Victor Ursinus, Inquisitor.